¡A qué tremenda altura sobre el resto de la humanidad se pone Robespierre aquí! Y fíjese la arrogancia con que él habla. No le es suficiente con orar por un gran despertar del espíritu humano. Ni tampoco espera tal resultado de un gobierno bien ordenado. No, él mismo reformará la humanidad, y por medio del terror. Este montón de declaraciones putrefactas y contradictorias ha sido extraído de un discurso de Robespierre en que él trata de explicar los principios de la moralidad que debe guiar a un gobierno revolucionario. Fíjese que Robespierre pide una dictadura no sólo para rechazar una invasión extranjera o para sofocar grupos opuestos. Más bien quiere una dictadura para poder usar el terrorismo para forzar al país a adoptar sus propios principios de moralidad. El dice que este acto va a ser solamente una medida temporal antes de una nueva constitución. Pero en realidad, él quiere nada menos que usar el terror para extinguir el egoismo, el honor, las costumbres, los modales, la moda, la vanidad, el amor al dinero, buen compañerismo, la intriga, el ingenio, la sensualidad, y la pobreza de Francia. Hasta que él, Robespierre, no haya logrado estos milagros, como él los llama correctamente, él no permitirá que la ley reine otra vez.
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Lillian Martinez, Anfitriona
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