Otra vez, se alega que las personas son nada más que materia prima. No les corresponde a ellos decidir su propio mejoramiento; son incapaces de hacerlo. De acuerdo con Saint- Just, sólo el legislador es capaz de hacer ésto. Las personas son meramente lo que el legislador decide que sean. De acuerdo con Robespierre, que copia a Rousseau literalmente, el legislador comienza por decretar el propósito para el cual la nación se ha formado. Cuando ésto se determine, el gobierno sólo tiene que dirigir las fuerzas físicas y morales de la nación hacia ese propósito. Entre tanto, los habitantes de la nación deben permanecer completamente pasivos. Y de acuerdo con la instrucción de Billaud-Varennes, el pueblo no debe tener prejuicios, devociones, ni anhelos excepto los que el legislador autorice. El hasta dice que la austeridad inflexible de un solo hombre es la base de una república.
En los casos en que el mal que se alega es tan grande que
los procedimientos gubernamentales ordinarios no lo pueden curar,
Mably recomienda una dictadura para fomentar la virtud:
"Recurra," dice él, "a un tribunal extraordinario con poderes
considerables por un tiempo corto. Hay que darle un golpe fuerte
a la imaginación de los ciudadanos." Esta doctrina no se ha
olvidado. Oigan a Robespierre:
Volver al: Freedom's Home Page
Lillian Martinez, Anfitriona
Copyright© 2000, The XLData Net |