Aquí yo encuentro el error más popular de nuestros tiempos. No se considera que sea suficiente que la ley sea justa; tiene que ser filantrópica. Ni es suficiente que la ley garantice a todos los ciudadanos el uso libre e inofensivo de sus facultades para el mejoramiento físico, intelectual y moral de sí mismo. En vez de eso, se exige que la ley amplifique directamente el bienestar, la educación, y la moralidad en toda la nación. Esta es la seducción del socialismo. Y repito otra vez: Estos dos usos de la ley se contradicen directamente entre sí. Tenemos que escoger entre ellos. Un ciudadano no puede ser libre, y no ser libre, a la vez.
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Lillian Martinez, Anfitriona
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