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Y todos éramos víctimas de esa ceguera. Nuestros pecados pesaron más que nuestras virtudes.
Y todos éramos víctimas de esa ceguera. Nuestros pecados pesaron más que nuestras virtudes.
Nos olvidamos de Núñez de Arce cuando dijo:
“Cuando un pueblo olvida sus virtudes, lleva en sus propios vicios su tirano".
Adiós. Éste es mi último adiós. Y dile a todos mis compatriotas que yo perdono con los brazos en cruz sobre mi pecho, para que me perdonen todo el mal que he hecho.
Miguel Ángel Quevedo