La misión de la ley NO ES oprimir a las personas y saquearlas de su propiedad, aunque la ley puede actuar en espíritu filántropo. Su misión es proteger a las personas y la propiedad. Además, no se puede decir que la ley pudiera ser filántropa si, en el proceso, se abstiene de oprimir a las personas y saquearlas de su propiedad; esto sería una contradicción. No puede evitar que la ley tenga un efecto sobre las personas y la propiedad. Y si la ley actúa de cualquier otra manera que no sea para protegerlas, sus acciones entonces necesariamente violan la libertad de las personas y su derecho a poseer propiedad. La ley es la justicia--simple y claramente, precisa y limitada. Todos lo pueden ver, y todos lo pueden entender; porque la justicia es mensurable, constante, e invariable. La justicia no es ni más ni menos que ésto. Si usted excede este límite correcto--si usted trata de convertir la ley en religiosa, fraternal, igualable, filántropa, industrial o artística--usted entonces estará perdido en un territorio sin mapa, en la vaguedad y la incertidumbre, en una utopía forzada o aún peor, en una multitud de utopías, cada una tratando de apoderarse de la ley e imponerla sobre usted. Esto es cierto porque la fraternidad y la filantropía, a diferencia de la justicia, no tienen límites precisos. Cuando se empieza, ¿dónde va a parar? ¿Y dónde la ley va a contenerse a sí misma?
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Lillian Martinez, Anfitriona
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