Por favor entienda que yo no disputo su derecho a inventar combinaciones sociales, a anunciarlas, a apoyarlas, y a probarlas en sí mismos, a su propio costo y riesgo. Pero sí disputo su derecho a imponer estos planes sobre nosotros por ley--por fuerza--y a obligarnos a pagarlos con nuestros impuestos. Yo no insisto que los que apoyan estos varios bancos de ideas sociales--los proudhonistas, los cabetistas, los fourieristas, los universiaristas, y los proteccionistas--renuncien a sus varias ideas. Yo insisto sólamente que ellos renuncien a esta única idea que ellos tienen en común: Ellos necesitan solamente desechar la idea de FORZARnos a consentir a sus grupos y series, sus proyectos socialistas, sus bancos de crédito libre, su concepto greco-romano de la moralidad, y sus regulaciones comerciales. Yo pido solamente que nos permitan decidir sobre estos planes por nosotros mismos; que no nos fuercen a aceptarlos, directa o indirectamente si encontramos que sean contrarios a nuestros mejores intereses o repugnantes a nuestras conciencias. Pero estos organizadores quieren acceso a los fondos de impuestos y al poder de la ley para realizar sus planes. Además de ser opresivos e injustos, este anhelo también implica la suposición fatal que el organizador es infalible y la humanidad es inconpetente. Pero, otra vez, ¿si las personas son inconpetentes para juzgar por sí mismos, entonces por qué toda esta plática sobre el sufragio universal?
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Lillian Martinez, Anfitriona
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