¿Cómo los políticos han llegado a creer esta idea sobrenatural que la ley pudiera producir lo que no contiene--la riqueza, la ciencia, y la religion que, en un sentido positivo, constituyen la prosperidad? ¿Será debido a la influencia de nuestros escritores modernos en los asuntos públicos? Los escritores actuales--especialmente los de pensamiento socialista--basan sus varias teorías en una hipótesis común: Dividen la humanidad en dos partes. La gente en general--con la excepción del escritor mismo--forman el primer grupo. El escritor, solo, forma el segundo y más importante grupo. ¡Seguramente ésta es la noción más sobrenatural y engreída que nunca ha entrado en cerebro humano! En realidad, estos escritores sobre asuntos públicos empiezan por suponer que la gente no tienen en sí mismos manera de discernir; ni motivo para tomar acción. Los escritores asumen que la gente son materia inerte, partículas pasivas, átomos sin movimiento, a lo más un tipo de vegetación indiferente a su propia manera de existencia. Asumen que la gente es susceptible a ser formadas--por la voluntad y la mano de otra persona--en una variedad infinita de formas, más o menos simétricas, artísticas, y perfeccionadas. Además, ni uno de estos escritores sobre asuntos gubernamentales vacila en imaginar que él mismo--bajo el título de organizador, descubridor, legislador, o fundador--es esa misma voluntad y mano, esta fuerza motivadora universal, este poder creativo que tiene misión sublime de moldear estos materiales esparcidos--las personas--en una sociedad. Estos escritores socialistas miran a las personas de la misma manera que un jardinero mira sus árboles. Tal como el jardinero se le antoja formar los arboles en pirámides, sombrillas, cuadrados, vasos, abanicos, y otras formas, así también el escritor socialista se encapricha en formar a los seres humanos en grupos, series, centros, subcentros, panales, cuerpo de trabajadores, y otras variaciones. Y tal como según el jardinero necesita hachas, garras de podar, serruchos, y tijeras para darle forma a sus árboles, así mismo el escritor socialista necesita la fuerza que puede encontrar en la ley para darle forma a los seres humanos. Para este propósito, él inventa leyes de tarifas, leyes de impuestos, leyes de subsidios, y leyes de escuelas.
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Lillian Martinez, Anfitriona
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