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HACE 55 AñOS

Por el Rev. Martín N. Añorga

El 10 de diciembre de 1948 la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó y dio a conocer la Declaración Universal de Derechos Humanos, adoptada de inmediato por el gobierno de la República de Cuba.

Han pasado 55 años y Cuba no ha retirado su apoyo a esta Declaración, a pesar de que de forma continuada y cada vez más intensa, la desconoce y la ultraja.

Muy a menudo cuestionamos el valor de la Declaración de Derechos Humanos por su carencia de autoridad para hacerse respetar. Hoy día tenemos en América dos países en los que se violan los derechos de sus ciudadanos de manera agresiva y con toda crueldad. ¿Y qué sucede?. Pues que los dignatarios de las Naciones Unidas y los representantes de los gobiernos del mundo que integran el pomposo organismo callan y pretenden ignorar lo sucedido.

Hace más de medio siglo se dio a conocer al mundo el documento, que de ser seguido por los gobiernos que lo firmaron hubiera hecho de la humanidad una familia feliz y bien llevada. Pero lamentablemente el documento es una exposición teórica que no ha logrado integrarse al comportamiento humano. Sus ideas son bellas y concretas; pero elusivas para quienes ostentan liderazgo político en muchas de las naciones del mundo de hoy.

Vamos a pensar en Cuba. Para aquellos que no han leído la Declaración de Derechos Humanos, los epígrafes que citamos van a ser muy reveladores.

El artículo 3 afirma que "todo ciudadano tiene derecho a la vida, la libertad y la seguridad de su persona". Los que comparan esta afirmación con lo que sucede en la aherrojada tierra que domina el tirano Castro saben que en Cuba la vida humana carece de valor y la libertad es inexistente, pues no se puede ser libre donde las cadenas lo ultrajan todo. Y en cuanto a la seguridad individual, ésta no existe donde unos desalmados golpean a mansalva a los que se oponen al estado totalitario, y donde no es necesaria autorización oficial para invadir domicilios, incautar propiedades y destruir bienes ajenos.

El artículo 9 escuetamente señala que "nadie podrá ser arbitrariamente detenido, preso ni desterrado". Digámosles a los centenares de cubanos encarcelados por haberse atrevido a hablar y a escribir, que Cuba suscribe este epígrafe noveno de la Declaración de Derechos Humanos, y nos responderán que la tiranía castrista es hipócrita, mendaz y desafiante. En Cuba se mete en la cárcel a cualquier inocente, y allí se le tiene hasta que se le aplique una grotesca caricatura de juicio. Las condenas dantescas de más de 20 años se adjudican de manera irresponsable e insensible. ¿Y cuántos compatriotas nuestros han sido obligados a montarse en un avión, rumbo al exilio, sin que se les dejara tiempo para despedirse de familiares y amigos?. Las Naciones Unidas podrán ufanarse de la Declaración de Derechos Humanos; pero jamás podrán ufanarse de que la han hecho cumplir, ni siquiera de haber puesto en una lista pública a los indecorosos gobiernos que la desconocen y mancillan.

¿Y qué podemos decir del artículo 6?. Leámoslo: "nadie será sometido a torturas ni a penas o tratos crueles, inhumanos o degradantes". ¿Desconoce el flamante Secretario de las Naciones Unidas que al Dr. Oscar Elías Biscet en Cuba lo tienen enterrado vivo en una bóveda subterránea a la que no llega ni un ápice de luz solar?, ¿saben los sesudos burócratas del más importante Organismo del mundo que a una mujer llamada Marta Beatriz Roque la tienen enjaulada en una cama de un mal atendido hospital sin que a ningún miembro del régimen le importe su vida?. Ciertamente en este nuevo aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, no habrá aplausos, porque lo que existe como epílogo de la flamante Declaración es un inmenso rosario de angustias y lágrimas.

Hay 30 artículos en la Declaración Universal de los Derechos Humanos y cada uno de esos 30 artículos se viola arbitrariamente y de forma continuada por el régimen castro comunista de La Habana. Ya que en un trabajo de las limitaciones de éste no podemos mencionar todos los artículos, hemos escogido algunos, casi al azar. Citemos, por ejemplo, el artículo 13 en el que se expone que "toda persona tiene derecho a circular libremente y a elegir su residencia en el territorio de un Estado ,,, toda persona tiene derecho a salir de cualquier país, incluso del propio, y a regresar a su país". ¿Alguien que viva en Cuba pudiera creer que el gobierno sea signatario de un documento que contenga estas aseveraciones?.

Es increíble que un documento oficial auspiciado por el propio gobierno se haya convertido en subversivo e ilegal. Cada año se apresan en Cuba a centenares de personas por el solo hecho de distribuir entre el pueblo copias de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Es evidente que a Castro no le conviene que el pueblo tenga acceso al conocimiento de sus derechos. El que en Cuba cite, por ejemplo, el artículo 20 de la Declaración, después de recibir una paliza, va de cabeza para alguna de las ergástulas en las que el régimen entierra a sus opositores.

El artículo 20 sencillamente dice que "toda persona tiene derecho a la libertad de reunión y de asociación pacíficas ... nadie puede ser obligado a pertenecer a una asociación". Cuba es un país que se define por el título de una clásica novela de Fedor Dostoiewsky: "El Sepulcro de los Vivos". Nadie puede en la Isla cautiva reunirse libremente ni asociarse sin la intromisión del régimen. El ser humano es una pieza, un autómata sin identidad y sin opciones. Es un cautivo, tanto en la cárcel como fuera de la cárcel.

Algo que nos indigna es el comportamiento de los gobernantes que se reúnen en lujosas convenciones en las que abundan la buena mesa, el buen licor y el desaforado y absurdo sentido del humor. Hablan de derechos humanos con una liviandad hedionda, porque se someten al elogio reciprocado sin tener el valor ni el decoro para asumir posiciones de denuncia.

¿Derechos Humanos?. Mientras que en Cuba y en Venezuela, para hablar de dos países que me tocan muy de cerca, se continúe el atropello para con el pueblo y haya impunidad para los opresores y los criminales, yo seguiré asociando la Declaración Universal de los Derechos Humanos con una vieja canción en la que se repite el estribillo: "Palabras, palabras, palabras".

MNA

LIBRE

Miércoles 3 de noviembre, 2003.

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