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Sinfonía Inconclusa

Para mí, una de las cosas más molestas es experimentar una pesadilla mientras se supone que estoy disfrutando de un sueño apacible. Pero la pesadilla de la otra noche fue inolvidable.

Me ví en el Stadium Universitario preparándome para pitchear por el equipo de la Escuela de Derecho cuando repentinamente comenzaron a escucharse lo acordes de una orquesta. Tocando el saxofón, con cara de idiota pero con ojos de buitre, estaba Bill Clinton. Un poco más a la izquierda tocaba el piano Jimmy Carter, hacia la derecha entre una nube de niebla podía distinguir la cara de Mónica Lewinski que hacía lo mejor tratando de tocar un órgano o soplar un clarinete.

A los acordes musicales, y por un túnel, comenzaron a salir distintas figuras. En la primera reconocí a José Martí y mi espíritu se estremeció ante la oportunidad de ver personalmente al Maestro. Martí venía con el rostro húmedo por las lágrimas y portaba una rosa blanca en la mano izquierda. Mirándome fijamente me dijo: "Bringuier, que escarnio, morir por la Patria, por una Cuba con todos y para todos, y que estos castrados la destruyeran como lo han hecho."

Para mi asombro, el segundo en salir fue una de las figuras clásicas de la Cuba de ayer. Con su manto negro, su cabellera abundante y desaliñada vino ante mí el "Caballero de París". Con ojos tristes murmuró: "En La Habana se reían de mí y me acusaban de loco. Sin embargo, muchos de los que decían que yo era un orate, pusieron en sus casas letreros que leían 'Fidel, ésta es tu casa'. Y yo, aquí en el Cielo, sigo preguntándome ¿quién era más loco?". Comandando a sus legiones prosiguió su camino.

Miré hacia la orquesta y pude vislumbrar a un dueto que cantaba "La Internacional", me pareció descubrir en ellos a Jane Fonda y a John Kerry. Mientras ellos cantaban, unos danzarines vietnamitas se mezclaban con unos torturadores castro-comunistas mientras Osama bin Laden los aplaudía.

Mientras tanto, por el túnel apareció montando un corcel brioso un negro que parecía un adonis. Temblé de emoción al reconocer al Titán de Bronce. Al pasar por mi lado y deteniendo su caballo, Antonio Maceo dijo casi hablando para sí mismo: "Tantos machos que parió mi madre para que lucharan y murieran por nuestra Independencia, tantos machos que ofrendaron su vida para que los cubanos pudieran vivir sin miedo en una Cuba Libre, sin embargo, cuantas madres han parido reptiles castrados, verdaderas cucarachas que se arrastran para recibir una migaja, que se conforman con servir a un Tirano y no tienen la mas elemental verguenza para reclamar sus derechos. Dios mío, perdónalos porque no saben lo que hacen".

A todo esto, la orquesta continuaba aumentando, ahora parecería como que se hubiera agregado un acto cirquense porque en el estrado había un mono frente a un micrófono. Extrañamente el mono estaba uniformado y en su cabeza lucía una boina roja. Era Hugo Chávez, al que se le caía la baba hablando de la Bestia de Birán.

Sentí que una muchedumbre se movía. Miré hacia el túnel y pude ver a un uniformado barbudo quien con las manos manchadas de sangre se acercaba a mí. Cuando sus ojos, tristes pero duros, como los de un asesino en serie se posaron en mí pude reconocer al "Carnicero de La Cabaña", aquel cobarde argentino que apoyado en las bayonetas de la Tiranía implantó el Terror en Cuba fusilando a miles de cubanos en los fosos de La Cabaña. Ante mí se encontraba el tenebroso "Che Guevara". Me miró con tristeza y dijo: "Mirá que luchar tanto para que Fidel me mandara a Bolivia, dejándome abandonado allá para que me mataran y deshacerse de mí, y ahora, disfrazado de capitalista, se enriquezca vendiendo camisetas con mi rostro. Che, pero que bochorno, que tomadura de pelo". Y con la misma prosiguió su paso entonando "No llores por mí Argentina".

Cada vez que veía a una de estas figuras mi cuerpo daba vueltas en la cama, pero de pronto dió un brinco como recibiendo una descarga eléctrica. Por el escenario comenzaron a bajar unos reptiles que llevaban algo con ellos. Me acerqué. Pude ver que eran "exiliados" cubanos que se preparaban para abordar un avión que los llevaría a hacer turismo en la Isla Cárcel. Mi corazón se aceleró ante tal canallada. ¿Cómo era posible que existieran seres tan desnaturalizados, tan cobardes, que olvidando que más de UN MILLON de cubanos han muerto en el exilio, que más de CIEN MIL cubanos han sido asesinados por la Tiranía, que la Isla en una Cárcel y que el Carcelero, buen discípulo de la Santa Inquisición, apresa y tortura a quien no baje la cabeza, a quien quiera mantener un mínimo de dignidad, cómo era posible que estas cucarachas, disfrazadas de seres humanos, fueran capaces de ir a engrosar los fondos de una Tiranía que quiere destrozar a nuestros hijos?

Rompí a llorar de impotencia cuando de pronto pude oir la voz de mi padre que acercándose a mí, al lado de Martí y del Caballero de París, me decía: "Carlitos, no llores. Esta Sinfonía está Inconclusa. La Justicia tarda pero LLEGA. Se acerca la hora en la que Cuba volverá a disfrutar de Libertad. Para la juventud cubana se acerca un futuro de oportunidades sin vejaciones. El pueblo Cubano recobrará su dignidad y volverá a ser aquel pueblo alegre, jovial y amigable al que conociste en tu juventud. No permitas que los fetiches y los traidores enturbien tus sueños".

Al despertarme me dí cuenta que mi cama estaba totalmente revuelta y me alegré de haber escuchado ese mensaje antes de despertar de aquella pesadilla. Si en alguna otra oportunidad vuelvo a tener alguna experiencia parecida, se los haré saber.

Carlos J. Bringuier
30 de Abril del año 2004
carlosbringuier@msn.com




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