EL OCCIDENTE: ¿UNA VILLA POTEMKIM?
Los Enanos y Gulliver
Por: Alberto Luzárraga
La frase Villa Potemkin se hizo famosa a raíz del montaje de un ministro
ruso de apellido Potemkin, que hizo construir villas artificiales a
ambos lados de la ruta del trayecto de Catalina II. Se trataba de
impresionar a la zarina pero no había nada en realidad. Era todo teatro
y bambalinas a lo cual cooperaban los cortesanos aduladores. Hasta los
campesinos 'felices' y enseñados a sonreír eran trasladados de un lado a
otro para impresionar a la reina. Los cubanos que han tenido que asistir
a las marchas multitudinarias del 'coma-andante' saben a que me refiero.
Lo notable es que tantos políticos y periodistas internacionales que
visitan a Cuba hagan el papel de la zarina que se conmovía por la
felicidad que mostraban sus sonrientes súbditos. Descarto por supuesto a
los que saben de sobra de que se trata y que equivalen a los cortesanos
de marras.
Hoy en día es fácil descubrir supercherías. ¿Por qué entonces se
toleran?
Porque el llamado 'mundo libre' ya no es tan libre. Toleramos
tranquilamente que nos tomen el pelo y nos laven el cerebro con
infinidad de sandeces, las cuales debemos tolerar en aras del principio
de la 'diversidad', del 'pluralismo, del 'no ofender' y otras cosas que
en moderación pueden ser buenas, pero cuando se usan con absolutismo
ideológico se tornan en una forma tan sutil como astuta de censura
psicológica.
Todas las ideas no tienen igual validez moral ni intelectual. Es simple
sentido común. Por el contrario si todo depende de las circunstancias,
de que ' te haga feliz, de que te asiente bien' entonces estamos
predispuestos a tolerar todo en aras de que no nos interrumpan el
disfrute de nuestros placeres. Se crea una sociedad hedonista,
confundida y blanda con una baja tasa de crecimiento poblacional. Esta
sociedad, tiende a importar el trabajo de otros para su crecimiento
económico y a depender de terceros para su defensa.
Los fundadores de Estados Unidos nos advirtieron muchas veces que no hay
libertad sin virtud. Es un hecho que tampoco hay virtud sin verdad. y
que no hay forma de conocer la verdad, sin estar guiados por principios
basados en la ley natural. Dicha ley existe en la conciencia de cada
hombre y le indica en todas las épocas y circunstancias lo que es cierto
y bueno. Pero es posible acallar y confundir la conciencia. El
relativismo moral es un método extremadamente idóneo porque justifica
todo y no condena nada.
Los fundadores de este país creían en algo. No eran relativistas.
Comprometieron sus 'vidas, fortunas y honor sagrado' a la causa de la
libertad. La Europa cristiana civilizó a medio mundo. La España del
siglo XVI realizó hazañas notables. Tampoco eran relativistas.
Hoy en día andamos creando Villas Potemkim. En buena parte vivimos de lo
que construyeron otros, bien sea legislación o instituciones. Los
diseñadores de este país no podrían creer que una parte de la nación los
presente como ejemplos mientras subvierten lo que ellos crearon. Y no
hablemos de Europa donde parte del debate sobre la nueva constitución se
centra en eliminar la referencia al cristianismo en el preámbulo.
El resultado es una Villa Potemkin occidental que predica lo que en
buena parte no practica. Por eso es que a muchos políticos, periodistas,
etc., no les escandaliza lo que hace Castro. Es un virtuoso del 'cinismo
político' y los criados en ese ambiente aprecian un 'trabajo bien
hecho.'
Los Estados Unidos aún conservan una buena parte de la población que
cree en los ideales de su fundación y está dispuesta a sacrificarse por
ellos. Esto irrita sobremanera a los cínicos. Es un recordatorio diario
de su doblez. Por eso se observa el bombardeo diario que postula que la
solución a los males del mundo está en que Gulliver se deje amarrar por
los enanos. Son enanos morales y también mentales porque a pesar de que
adoptan posturas de sabios lo que postulan es una sociedad que se
auto-destruye demográficamente. Esas sociedades son avasalladas y
absorbidas por otras más bárbaras y más decididas. Tal vez no sea tan
malo que en Estados Unidos nos quede un poco de la 'barbarie' que nos
achacan los pedantes. Bien puede ser un antídoto a la flojera.
En todo caso seamos optimistas y activistas. La verdad siempre se impone
pero ayudémosla. ¿Cómo? Pues diciéndola con mesura y sentido común sin
dejarnos impresionar ni intimidar por la censura psicológica hoy llamada
'political correctness' ni sus derivados. Digamos siempre: Me tiene que
convencer con razones y argumentos amigo, es inútil citarme slogans.
Lillian Martinez
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