Capítulo I de Casa Cubana de Tulio Díaz Rivera
Antes de hacer objeto de ciertos comentarios de fondo el tema de la destrucción sico-social y económica de la nación cubana, que como legado recogeremos de la administración castrista, y de referirnos al método a nuestro juicio más viable para superarlos, me veo en la necesidad de decir algunas cosas para que a nadie le sea posible sospechar que en nuestro pensar y sugerencias, en cuanto a lo cubano, hay rinconeras o pasadizos para escurrirnos si las circunstancias no nos favorecen en lo personal.
A los que tan desfavorablemente pensaran de la membresía de CASA CUBANA, y entre ellos de mí, les aseguro que cuantos convencimientos y sugerencias que en torno a lo cubano hemos hecho, son en nosotros el producto de las fijaciones en nuestras conciencias de las vivencias y elevado y generoso espíritu de nuestro pueblo. Fijaciones que podríamos probar con profusos testimonios, y a partir del momento en que comenzó a coagular nuestro espíritu nacional. Como el otro sillar en que apoyamos nuestros convencimientos descansa totalmente en la conocida política seguida por Alemania para superar los daños que en lo económico y social sufrió como consecuencia de la Segunda Guerra Mundial. Política lúcida, ejemplar, con la que desbrozó el camino, para con las esencias de su pueblo producir lo que universalmente se conoce como "Milagro Alemán".
Milagro Alemán, debemos explicar que fue el producto del despertar y poner en pie y en marcha la conciencia nacional del pueblo alemán en relación con los objetivos que tenían que ser alcanzados. Señalando para ello con claridad los parámetros, canales y medidas a usar en la lucha a emprender por restablecer la paz y el bienestar perdidos. Actitud modelo que en todo lo pertinente debemos del mejor modo imitar para no ser víctimas del "juego de la mano muerta"que algunos ambiciosos pretenden les sea consentido. Como el propósito en otros es, después de Castro, el asumir la actitud de titiriteros de feria; porque se comprometen, sin una pizca de pudor, si necesario fuere, a sacarse de la manga de la camisa un gallo fino dentro de su jaula, o un piano de cola, si se les pidiese.
Experiencia alemana ante una situación muy lejos de haber sido tan calamitosa, como hoy es la nuestra, pero que nos aconseja que, con la vista sola puesta en ella y en lo cubano, todos a una digamos cuiáles son las soluciones deseadas y logrables de inmediato para el común. Sobnre todo para el pueblo que está allá y que ha sufrido, y tendrá que trabajar y esforzarse para que nuestro país vuelva, hasta donde las circunstanciqas le permitan, ser lo que fue.
Aspectos, los antes señalados de la tragedia cubana, que nos fue posible el divulgar, gracias a la oportunidad que nos brindaran y que no sabríamos cómo agradecer a Armando Pérez Roura y a Agustín Tamargo, desde su "Mesa Redonda", donde a viva voz y "sin ceremonias" todos los días es objeto de exposición y análisis un tópico cubano.
Temática que, ante los micrófonos de Radio Mambí, pude en unos cuantos aspectos hacer presente con el apoyo que a mis razonamientos aportaron el Ingeniero Jorge L. Quadren y Gregorio Echevarría Rancaño; porque Rodolfo Carrandi y Richard Heredia, también miembros de la Comisión Ejecutiva de CASA CUBANA, por ocupaciones distintas justificaron sus ausencias.
Y claro que, haciendo uso del tiempo que nos fue concedido, no les hablé de una etapa de mi vida que, sensibilizada por el acontecer nacional, viví con mentalidad eminentemente nacionalista, que servía a plenitud de sinceridad, haciendo uso de afirmaciones martianas, las que nos hizo presentes Varona, a partir de 1905, cuando en La Habana, a los dos años de habernos sido impuesta la Enmienda Platt, desde el Aula Magna de la Universidad, severamente la denunció como injusticia y verguenza. Despertar martiano que continuó Varona desde 1913 con la revista "Cuba Contemporánea" que felizmente utilizó para despertar y convocar a la lucha a la crema de la intelectualidad de aquel momento; dando con ello el primer paso de la Revolución del 33, con la llamada Protesta de los Trece, en 1923, en la que con otros tuvieron un significado protagonismo Guillermo Martínez Márquez, José García Pedrosa, y Humberto Piñera, compatriotas estos fundadores y muy activos en la CASA CUBANA que presido aquí en Miami. Grupo de los Trece al que en buena medida debemos agradecer la tarea de adjetivar la después conocida como Revolución del 33, al señalar como tareas la abolición de la Enmienda Platt; el barrer en sus fuentes los daños que al pueblo cubano estaba causando la aplicación del Tratado de Paz de París entre Estados Unidos y España, con el que tanto Estados Unidos como España victimaron el honroso pasado y el presente anhelado, y por el que luchó durante décadas nuestro pueblo. Tratado que condenó a una rampante miseria a todo el que por Cuba hubiese tomado las armas contra España por liberar a Cuba.
Con lo que dejamos dicho, sobre todo al citar la experiencia alemana, es que nuestro modo de enfocar las soluciones que hoy Cuba necesita no es la consecuencia de un modo particular de sentirlas, sino la de hacer su análisis y las posibilidades que puedan favorecerlas, a la luz de la historia, y las que prestan la Sociología y Ciencias Políticas.
Repito que en nuestra comparecencia ante los micrófonos de Radio Mambí sólo hablamos del castrato, refiriéndonos, en primer término, a la carta que en abril de 1959 dirigí, con el carácter de Presidente de la Asociación Nacional de Industriales de Cuba, al Primer Ministro del Gobierno, Sr. Fidel Castro Ruz. Documento que me fue inspirado por una serie de conversaciones con dos amigos que siempre me merecieron sincero respeto: Rufo López Fresquet, Ministro de Hacienda del gobierno de Castro, que fue miembro del 26 de Julio y compañero en la Sierra de Castro, posiciones adoptadas después de haber sido, en la Asociación Nacional de Industriales, Jefe del Departamento de Estudios Económicos y Fiscales; como el otro amigo, Lázaro Peña, miembro del "Partido", fue el Secretario de la CTC, pero en todo, y por encima de todo, cubano, que veía y tomaba a Castro a beneficio de inventario.
Amigos, repito, con cuyas conversaciones me hice del convencimiento de que con altura debíamos salirle al encuentro, con una exposición lo más acabada y concreta de nuestra realidad industrial. Cosa que pudimos hacer llevándola a un documento con el que yo me envanezco, por la parte que en él desempeñé, y que por los hechos y realidad en él expresados es todo un honor para lo cubano.
Pero me ocurrió que, al año siguiente, ante amenazas y presiones, porque los hijos de mis hermanos y el mío habían salido del país hacia el campamento de entrenamiento que después fue el de la Brigada 2506, fui objeto de varias visitas de los propios amigos de mi hijo y sobrinos, pidiéndome que me fuera del país, porque a la primera de cambio sería preso. Entre varias razones, por el hecho de que no se me perdonaba que varios de los que promovieron la rotura de la corona que Mikoyan colocó a los pies de la estatua de Martí, en el Parque Central, salieron de mi casa para dicho acto.
De esto fue ya en tierras del exilio, que antes de que Fidel cínicamente confesara su militancia marxista, el que yo, a nombre del empresariado cubano en el exilio, el día 5 de diciembre de 1961, en mi tarea de denuncia contra el castrato, y el espíritu que sin duda sabíamos que lo animaba, comparecimos en un acto público ante el Profesor Horacio Godoy, delegado y representante legal de la Comisión Internacional de Juristas, con sede en Ginebra, que había venido a Miami para, en contacto con exiliados cubanos, tomar cabales informacioines sobre las violaciones de los derechos que hacen a la persona humana por parte del grupo "revolucionario" que encabezado por Fidel Castro se había hecho del poder en Cuba.
Comparecencia en la que pude ofrecer al Profesor Godoy una amplia y testimoniada información sobre los derechos humanos reconocidos y avalados en nuestra legislación. Y con ello dar prueba del alto nivel cultural que al respecto ofrecía la sociedad cubana, y pese a lo cual el castrato, desde su asalto al poder desconocía mediante una injusta y cínica conducta, como en todo falsa e intimidativa. Exposición ante el Profesor Godoy, a la que aportamos irrebatibles y concluyentes pruebas de la tamaña etapa de destrucción social y económica que Castro desarrollaba en nuestro país para abrir paso al marxismo: una fórmula providencial manejada por resentidos y audaces ambiciosos del poder político.
Realidad que con sobradas muestras de irrespeto e insensateces había presentado en Cuba el castrato y que nosotros, desde distintos ángulos habíamos verificado; porque nos estaba haciendo víctimas propiciatorias de las ambiciones de un país que, por su poder económico, político, militar, y líder en una querra fría, en cuyos trajines cómodamente se manejaba, para nosotros muy amenazantes, porque estaban enmarcados en el polo opuesto de lo que era nuestro ser nacional y regional. Situación ante la que, con verguenza lo decimos, fuimos graciosamente abandonados; mejor, entregados, por "hermanos" y "vecinos". Para convertirnos, entre cegueras y confusiones padecidas, en lo que hoy somos: en un pueblo casi que sin identidad o con una identidad muy diluída. Sin precisiones, por cuantos, con desmedidas e infundadas ambiciones, han querido ser figuras señeras en nuestro destino. Situación que en nuestro pueblo ha sido favorecida por el castrato, y que en buena medida es el producto de una muy descuidada conducta nuestra. Que en mí hizo que me aprovechara de la ocasión en que las Corporaciones Económicas de Cuba en el Exilio, por mí presidida en ese momento, iban a hacer pública una Declaración de Principios en la que fundamentaban su radical posición anticastrista, y de la que se me permitió usar para hablar ante lo que estábamos viviendo y se nos avecinaba, cómo y sobre qué fundamentos debíamos organizarnos para la reconstrucción post-castrista.
Y aquella noche, 23 de agosto de 1963, hablé de lo que desde esa fecha pienso y sigo sosteniendo para lograr nuevamente ser el país que en sus esencias fuimos. Para con las libertades y formas democráticas necesarias, en un ambiente de juridicidad, de servir al común, y de paz, volver a los rieles del progreso.
En aquella noche hablé sin ahondar en razones, acaso por las evidencias palmarias en que vivíamos, de que a la caída de Castro debíamos, en todo cuanto fuere consecuente y provechoso a nuestra stuación seguir la conducta que el gobierno alemán imposo al país al finalizar la Segunda Guerra Mundial, y que en apretada síntesis fue la siguiente:
PRIMERO: Recibir y agradecer al vencedor las cantidades que, a través del Plan Marshall, Estados Unidos le facilitó para la compra de materias primas que necesitaba para poner en marcha sus industrias. Paso por nosotros a dar, como el de decir a cuantos quisieran y pudieran ayudar a un pueblo que será abandonado por los que hoy sobre él cabalgan, sin un inventario de nada porque de todo carece. Y con tierras en estado de abandono, al respecto de su productividad, en unas condiciones deplorables. Tierras que, en opinión de algunos, necesitan de tres años de atención para que vuelvan a ser lo que fueron. Lo que evidencia que lo que recibió Alemania con el Plan Marshall para nosotros sería insuficiente; porque nosotros, no sólo necesitaremos de dinero, sino de años de tiempo y trabajo.
SEGUNDO: Otra tarea por nosotros a realizar desde ahora es la de entregarnos de lleno a perfilar los pasos a dar para que debida y provechosamente valoremos todo lo que puede en Cuba tener valor a la salida de Castro, y nos ayude a determinar el valor y volúmen de la nueva moneda, y el sistema bancario; o para hacer de aquélla un buen uso.
TERCERO: Que, como lo hizo Alemania después de puesta en circulación la nueva moneda, al dictar lo que ellos llamaron ley de "compensación de cargas" que fue el gozne en que se apoyó y permitió a la economía alemana recuperarse. Ley por la que todos los daños sufridos durante la guerra fueron compensados mediante un gravamen que se impuso y que asumieron todos los propietarios de fincas rústicas y urbanas, y de negocios no dañados por la guerra, pagando en veinte y siete anualidades a un fondo destinado a la compensación de los daños una cantidad equivalente a la mitad del valor de la propiedad o negocio no destruido durante la guerra.
Tarea, la alemana, que culminó, ante el apoyo de la clase empresarial y el pueblo, en que siete u ocho años de emprendida se diera lo que se conoce como "Milagro Alemán". Porque los bancos extranjeros, viendo, como antes dije, el manifiesto y entusiasta apoyo de la clase empresarial y del pueblo a dichas medidas, contó con cuanto dinero pudo necesitar para su reconstrucción.
Por lo que llevamos dicho es que debemos, en lo posible y conveniente, seguir la magnífica experiencia que de su crisis nos ofrece Alemania, respecto al modo, que con un espíritu social y solidario debemos superar.
Y como hoy, más necesitados que nunca de orientaciones que nos hagan confiables, vuelvo a insistir en el querer reunirnos para planear y ser uno en el querer y trabajar después de Castro. Para no caer en manos de titiriteros, de logreros, de desinformados; sujetos que, sin quererlo, pueden ser más dañosos que Castro.
Source: "Casa Cubana - Nuestra Cuba, La de Ayer y la de Hoy, Y cual podria ser la de Manana" by Tulio Diaz Rivera, 4271 NW 4th St., Miami, FL 33126.
Other chapters in the same book:
I. Algunos aspectos de la crisis cubana y las experiencias que pueden sernos provechosas a la sufrida por el pueblo aleman despues de la segunda guerra mundial.
II. Cuestiones a examinar en relacion con la reprivatizacion de inmuebles y negocios.
III. Actitud por nosotros a tomar para con una mentalidad cubana, martiana y cristiana, poner en marcha a la republica.
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