Publicado el viernes, 7 de enero de 2000 en El Nuevo Herald

    Elián: el hijo de los delfines. Por Zoe Valdes

    El INS decidió que Elián debe estar con su padre. El presidente Clinton declara que no desea la politización del caso. Más politizado de lo queestá no podemos encontrarlo. Su madre se lo lleva por razones políticas, muerela madre ahogada o devorada por los tiburones; y el padre reclama al niño esde Cuba.

    Dudosa reclamación la de un padre que tiene que ir bajo el sobaco de un dictador para que este arme alharaca política bajo el consentimiento de una persona que si realmente quisiera lo mejor para su hijo no disfrutaría de manera oportunista de casas de protocolos, autos lujosos, y cenas espléndidas; ofrecida toda esta opulencia por el único causante de la muerte de su ex mujer y de la desgracia actual de su hijo. Ya lo dijo Paquito D'Rivera, "¡si mi padre me hace eso lo mato!". Esperar para ver. Algún día Juan Miguel González será cuestionado por Elián, y no estará "papacito Fidel" para sacarlo del apuro, no de la vergüenza; porque de vergüenza, está claro, que este señor carece bastante. Enfrentarse culpable ante un hijo es el peor de los castigos.

    Clinton se equivoca o lo tiene muy claro y, entonces, cubanos, ahora quienes lo debemos tener claro somos nosotros. Castro está hace cuarenta y un años en genocidio permanente porque a Estados Unidos le encanta el espectáculo, a noventa millas, gratuito, y además dicen ellos, los gringos, que no constituye una amenaza para los americanos. El caso de Elián González es absolutamente político, de principio a fin; asúmalo, señor Clinton. Si al INS y a las organizaciones católicas y humanitarias les interesa tanto la suerte del niño, como vocea Fidel Castro, habituado como siempre a acorazarse detrás de las hordas serviles y estúpidas que él llama pueblo y que no son más que las Brigadas de Respuesta Rápida, las Milicias de Tropas Territoriales, y los trabajadores en área dólar con terror a perder su puesto de trabajo, es decir la supervivencia diaria; entonces, ¿por qué no dejan que el padre Juan Miguel González con su esposa y su otro hijo, sus padres, y los padres de Elizabeth Brotons, la madre de Elián, se muden con el niño a Estados Unidos? No sería una traición de parte del progenitor.Se puede residir en Miami y ser castrista, y si no lo creen miren cuántos espías no campean por sus respetos. ¿Por qué el INS no pone como condición que para dar a Elián debería su padre ir a rescatarlo con toda la familia? Porque lo que sí no puede ignorar Clinton ni ningún político es que mientras a Juan Miguel González le quede familia en Cuba el gardeo será perenne,y ahí sí peligrarán su vida y la de sus allegados. Casos de asesinatos políticos enmascarados de accidentes son agua corriente en los regímenes dictatoriales comunistas.

    A mí lo que me llama la atención es que Juan Miguel González se las da de valiente dentro de Cuba, y se llena la boca para decir y hacer bajo el ala protectora del diablo; pero no se atreve y se niega ir a salvar personalmente a su hijo de las "garras imperialistas" porque según élmismo ``podrían matarlo, su vida correría el riesgo más grande". Chico, qué padre más ratón, que le tiene pánico a la justicia. ¿Y cómo la madre de Elián no se arratonó cuando tuvo que lanzarse al mar para buscar la tan ansiada libertad para su hijo? Porque a ella sí que se le fue la vida para salvarlo de una dictadura sangrienta. Y ahora el padre quiere recuperarlo para que crezca en esa misma dictadura; pero eso no es todo, tampoco desea arriesgarse ni viajando en la comodidad de un avión, acompañado, dicho sea de paso por un "religioso". Recuerden el chiste de la secretaria mulata y ricota que el Papa pide que Castro le envíe para trabajar más relajado; si se seguía levantando el sayo de monja al ruego insistente del Santo Padre podrían descubrírsele las partes pudendas (para El Nuevo Herald; cojones para otro diario) de agente de la Seguridad.Pobre Elián, le espera ser un héroe castrista. Le espera ser como el Che, es decir, un fracaso: un médico que nunca ejerció, un esposo que abandonó a su familia y a sus hijos para ir a hacer la guerra en sitios que nada tenían que ver, y que ni siquiera le pidieron a él guerra alguna; en fin un montón de huesos, para ser expuestos a precio de dólares a turistas ideológicos. Le espera, al pobre inocente, repudiar en público la memoria de su madre. Le espera tener que soportar el oportunismo político de maestros y compañeros de clase. Y lo peor de lopeor, le espera, el día de mañana, enfrentarse con un doble dolor, la prueba de que su padre abandonó por segunda vez a su madre, incluso después de muerta. No le faltará la leche, no, a él se la darán en dieta especial; lo terrible es cuando descubra que él es un privilegiado del crimen, y que otros niños no disfrutan por igual de las ventajas tramposas que le impondrán. Pobre Elián, y para esa fecha, no estoy segura de que su padre tendrá ``eso" que hay que tener para ponerle una mano encima del hombro y explicarle su absurda reacción. Porque si yo fuera Juan Miguel González tendría el coraje que han tenido cientos de padres cubanos, enfrentaría a Castro: "No, yo me voy de Cuba junto a Elián, el amor y la desgracia demi hijo me reclaman, y estaré donde él y con mi familia". Si yo fuera Juan Miguel González seguiría el ejemplo de un Paquito D'Rivera, quien tuvoque aguantar ocho años en tierra estadounidense hasta que al dictador le diera la gana de soltar a su hijo adolescente, y no renunció ni un segundo a su lucha, y ahí si no intervino el INS, ni la legalidad, ni el presidente americanodio opinión alguna, y no fue porque Paquito no hubiera enviado cartas hasta a Masantín el torero.

    O, veamos el ejemplo de la familia Cohen, rehenes de Castro, el padre echando pie en tierra para sacar a su mujer y a sus hijos de la isla, tienen la visa de Estados Unidos, pero no le dan el permiso cubano. O ese otro padre que se encuentra en Suecia, y que ha escrito a la corresponsalía deTV Española en Cuba, aún no he visto en el canal internacional el reportaje que él tanto ha solicitado sobre su familia rehén. Si yo fuera Juan Miguel González me amarraría bien los pantalones y pondría mis cartas sobrela mesa, por el bien y por la libertad plena de un hijo. Aunque ``ca' uno es ca' uno". Pero estoy segura de que el mundo entero lo apoyaría. La causa cubana tiene esto, cada vez son más los que se solidarizan con ella, sin embargo faltan todavía muchos, y los que lo hacen tienen pavor de ser defraudados, porque la presión policial en el interior de la isla es tan fuerte, tan espantosa, que pocos pudieran imaginarla si no la han sufrido en carne propia. Por eso digo, ¿cómo puede el gobierno de Estados Unidos afirmarque el caso de Elián no es político si ese mismo gobierno ha declarado que el padre se halla bajo presiones políticas?

    Estoy de acuerdo que Elián debe vivir con su padre, pero en condiciones justas y sin manipulaciones de ningún tipo de uno y otro lado. Es un sueño irrealizable. Es cierto. Entonces no me queda más remedio que aceptar queme equivoqué en mi artículo anterior cuando culpé a las personas y políticos de Miami de manipular el caso, de vestir al niño con un pulovito de la Fundación Cubano Americana, (habrá sido montaje castrista, pero el pulovito lo vi yo en una foto de periódico de por estos lares) y de enredarlo en la bandera americana y de darle juguetes.

    No, disculpen, hicieron lo que tenían que hacer frente al pantalloso de Castro, qué importa un pulovito, después el propio Castro hizo miles de ellos, en un país donde la gente no tiene derecho a comprar telas para vestirse, ni donde hay papel ni para limpiarse el c...

    Elián no se merece que lo devuelvan al infierno. No quiere esto decir que Miami sea el paraíso (ya vemos que no lo es según las últimas noticias); pero a sus orillas llegó el niño, envuelto en la tragedia de haber perdido a su madre en el intento de vivir sólo de una manera menos opresiva, menos vejatoria para el ser humano.

    Elián, es más que nada hijo de los delfines; ellos al menos tuvieron el coraje y más sentido común que muchos seres humanos al devolverlo a tierra sin armar chantajes.

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